lunes, 22 de agosto de 2011

MALTRATO A LAS PERSONAS MAYORES. EL PERFIL DE LA VICTIMA


Nombre: J. Daniel Rueda Estrada



            Muchos estudios sobre el maltrato a las personas mayores se han centrado en establecer los perfiles de la víctima. Ya hemos indicado en anteriores entregas que es muy difícil establecer  tipologías, determinar relaciones causales e incluso plantear un esquema teórico que permita comprender el comportamiento de estas conductas.

            Hemos puesto de manifiesto que personas de diferentes clases sociales, condiciones económicas, niveles culturales, situaciones familiares, etc.,  pueden ser víctimas de malos tratos o posibles agresores.  No sé si se puede hablar de conductas sociales o es preferible hablar de conductas personales. Hay conductas sociales que favorecen la violencia, pero en este caso, es preferible hablar de conductas personales o individuales, aunque esa conducta responda a un patrón social. Por ello, resulta arriesgado en plantear prototipos de perfiles tanto de agresores como de víctimas. Esta dificultad condiciona las intervenciones y el que en muchas ocasiones  solo se puedan abordar estos temas, a través de indicios o de sospechas. Este es el motivo de las escalas de detección de los malos tratos basadas en esas sospechas o indicio, como la conocida como escala EASI (“Índice de sospecha de malos tratos hacia las personas mayores”), elaborado con la participación de diversos países, del INPEA (Red Internacional para la Prevención del Maltrato al Mayor) y que en España está avalada por el IMSERSO (Instituto de Mayores y Servicios Sociales) y la SEGG (Sociedad Española de Geriatría y Gerontología), sobre la que  hablaremos en otra entrega.

            No obstante estas dificultades, algunos estudios han puesto de manifiesto que la mayor incidencia de malos tratos en personas mayores se produce en personas que presentan algunos de los siguientes rasgos o características:

·        Ser mujer. Las mujeres víctimas de malos tratos superan porcentualmente a los hombres.

·       Tener una edad avanzada. Las personas mayores de 75 años corren mayor riesgo de ser víctimas de malos tratos que las personas de menos edad. Sin duda la capacidad mental, la vulnerabilidad y la dependencia es mayor a medida que la edad avanza, lo que incide  en un mayor riesgo.

·       El no tener pareja o vivir solo, sea por viudedad o por otras causas también  es un factor de riesgo, en la medida en que se pueda quedar aislado socialmente y sobre todo si se depende de otra persona para algunas actividades de la vida diaria.

·       Padecer algún tipo de deterioro funcional, sea por enfermedad crónica o progresiva (tipo Demencias, Enfermedad Alzheimer, Parkinson, ACV, etc.), o por sufrir algún tipo de problemas o conductas anómalas, tales como incontinencia, agresividad, agitación nocturna, etc.

            Todos estos factores, unidos a los ya analizados en otros momentos,  pueden ayudar a comprender o identificar situaciones de riesgo de padecer malos tratos, que son más evidentes cuando a todos estos indicios o situaciones, la persona mayor presenta signos de malnutrición, deshidratación, mala higiene, o intoxicación medicamentosa. Al menos esto es lo que ponen de relieve los resultados de estudios de campo sobre la incidencia y prevalencia de los malos tratos en personas mayores, tanto en el entorno familiar como en el medio institucional.

            Lo importante de todo ello, es ir tomando conciencia de estas situaciones para poder intervenir de manera preventiva. La responsabilidad es no sólo de los profesionales, sino de cualquier ciudadano responsable, que tiene claros los principios y valores de la convivencia social y orienta su conducta hacia el respeto y la mejora de la calidad de vida de cualquier ciudadano.









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¿Quién es el autor de este artículo?
DATOS PERSONALES:
Nombre: J. Daniel Rueda Estrada.
Dr. en Sociología y Diplomado en Trabajo Social.
Profesor Titular de Universidad.
Facultad de Educación y Trabajo Social. Universidad de Valladolid.

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